Zaragoza
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CONDE DE ARANDA
CONDE DE ARANDA
Una vía marcada por el comercio, el patrimonio y la multiculturalidad
Un paseo con aroma a gran ciudad que rima con tranvía
Cuatro de Agosto: la arteria más genuina en el corazón del Tubo
El Texas, uno de los últimos bares auténticos
Una travesía reclamada como “calle mayor” por los vecinos de San José
Calle San Miguel: El comercio resiste a los nuevos tiempos de una vía con estilo propio
Avenida de Madrid: de carretera nacional a eje comercial de Las Delicias
Una avenida de película
Un 'collage' milenario en constante evolución
Al estilo de la parisina rue de Rivoli
Comercios centenarios y la mejor cafetería de España
Paseo de la Independencia, un símbolo zaragozano con más de dos siglos de historia
Un icono distinguido y comercial que cumple 150 años
La visita de una infanta que entró en todas las tiendas de la calle
ZARAGOZA Y SUS CALLES
ZARAGOZA Y SUS CALLES
Isabel la Católica: el paseo que conecta el pasado, el presente y el futuro de la ciudad
La expansión urbanística de Zaragoza continúo hacia el sur, en la década de los 40, con una arteria en la que se construyeron algunos de sus principales equipamientos
El paseo de Isabel la Católica conecta el de Fernando el Católico con la rotonda de Toulouse y culmina el eje que junto a Fernando el Católico y la Gran Vía comenzó a fraguarse con el proyecto de ensanche de la ciudad en los años 20 y 30. El nombre de esta vía que alberga edificios como la antigua Feria de Muestras –hoy sede de la Cámara de Comercio de Zaragoza–, el estadio de La Romareda o el hospital Miguel Servet, entre otros, se decidió en 1947, según recogen las autoras del callejero ‘La Zaragoza de las mujeres’ (Ayuntamiento de Zaragoza, 2018): «En el pleno del día 9-7-1947 se puso nombre a una gran avenida nueva en el ensanche de la zona de la Universidad a continuación de la de su marido, Fernando el Católico. Comenzaba en la antigua Feria de Muestras y terminaba en la carretera de Valencia».
«Actúa como vía de entrada a la ciudad y su diseño fue perfecto, –opina Javiér Pérez Ciria, presidente de la asociación de vecinos Fernando el Católico–. Junto a Fernando el Católico y Gran Vía forma uno de los cincos paseos importantes de Zaragoza que, en forma de estrella, van a parar a la plaza de Basilio Paraíso».
Sin embargo, el presidente de la asociación recalca que Isabel la Católica «no es realmente un paseo, sino más bien una avenida que, a lo largo del tiempo, ha sido capaz de adaptarse a todo lo que la ciudad le ha requerido».
Al final de la década de los 20, antes de que el paseo recibiera el nombre de la reina castellana, se abrió en el arranque de este tramo la entrada al parque Primo de Rivera, quien había iniciado la campaña ‘Un parque para cada ciudad’ por la que el Ayuntamiento comenzó los trabajos para configurar esta importante zona verde de la ciudad en el Cabezo Buenavista y los Montes de Torrero.
El parque figura en el Catálogo Municipal, protegido como conjunto urbano de interés, y su ficha detalla que «el arquitecto Miguel Ángel Navarro Pérez asumió su concepción técnica con el Proyecto del cubrimiento del Huerva para saneamiento y preparación de las obras de ensanche y Parque de la ciudad. El ingeniero municipal José López se encargaría de aguas y alcantarillado».
Un paseo a lo grande
Miguel Primo de Rivera inauguró oficialmente este espacio el 17 de mayo de 1929, «al abrirse al público el puente ‘Trece de Septiembre’ –fecha que recuerda el golpe de estado del general en 1923. Desde 2012 se denomina de los Cantautores– que enlazaba la Gran Vía con el parque. La delimitación actual de este singular conjunto coincide con el plano de 1927 de Martín Agustín, ingeniero de montes municipal que dirigió las obras», añade la documentación municipal.
En años posteriores, los zaragozanos lo llamarían de Buenavista, de nuevo Primo de Rivera y también, popularmente, parque Grande –como hasta la fecha, además de llevar el nombre de José Antonio Labordeta–.
Con la Residencia José Antonio, que en 1955 inició su actividad, ocurrió algo similar, ya que muy pronto empezó a conocerse con el nombre de Casa Grande, dadas las dimensiones de la construcción proyectada por Fernando García Mercadal que hoy conforma el hospital Miguel Servet.
A poco metros de este lugar, frente a la entrada del parque, se sitúa el edificio principal y la torre de la antigua Feria de Muestras, proyectada por Regino y José Borobio Ojeda y José Beltrán, que abrió sus puertas en 1941 y mantuvo allí su actividad hasta que en 1986 se trasladó a la carretera de Madrid. En 1944 se inauguró la torre neomudéjar y en sus instalaciones tuvieron lugar las primeras citas internacionales. El recinto se amplió varias veces y en 1958 se presentó el pabellón hispano-francés, que conmemoraba el 50 aniversario de la Exposición Hispano-Francesa. En los terrenos que ocupaban el recinto ferial se erigieron a mediados de los 90 el Auditorio de Zaragoza, el centro comercial Los Porches del Audiorama y un edificio de la CAI que hoy es sede de Hiberus Tecnología.
Camino de la rotonda de Toulouse se encuentran dos edificios que, igual que la Feria Muestras, también datan de la década de los 40: el Convento de Jerusalén (1947), cerrado en 2015 por traslado de las hermanas clarisas; y el colegio de Nuestra Señora del Pilar para Huérfanos e Hijos del Magisterio (1943), el ‘Magis’, con parte de sus instalaciones ocupadas por el IES Miguel Catalán.
«Desde el principio, esta vía se ha caracterizado por concentrar varios equipamientos y servicios de la ciudad: el Servet, La Romareda, el parque... y hoy sigue siendo un tramo importante donde vuelve a tener protagonismo el tranvía. Isabel la Católica constituye en el presente, y también en su futuro, una zona fundamental tanto para el distrito como para la ciudad», subraya Pérez Ciria.
ZARAGOZA Y SUS CALLES
Calle del Coso (y II): cuando los vecinos de la Magdalena recuperaron su calle
Desde su reforma, en 2009, este tramo del Coso ha pacificado el intenso tráfico que separaba ambos lados del popular barrio zaragozano de la Magdalena.
En las Piedras del Coso, donde terminaba la ciudad según la inscripción colocada en el número 101 que así lo recordaba comienza el tramo popularmente llamado Coso bajo. Este primer punto de la vía contiene antiguos vestigios de la muralla que rodeaba la Zaragoza romana y sirvió como cantera para la construcción de nuevos edificios aprovechando restos de la vieja muralla, junto a los graneros de la ciudad y la antigua judería. En 2005, el Ayuntamiento de Zaragoza retiró la citada inscripción con la intención de preservarla y devolverla a su lugar una vez concluida la construcción de un bloque de viviendas, cuyas obras se iniciaron en 2007. Durante la demolición de la vieja casa que ocupaba este espacio se encontraron varios sillares de la muralla romana, al igual que ocurrió con el edifico contiguo, en el número 99, y la construcción quedó detenida hasta la fecha.
Antonio Tausiet, responsable junto al historiador José María Ballestín del Proyecto GAZA (Gran Archivo de Zaragoza Antigua) recopiló hace unos años una serie de fotografías sobre la desaparición de la placa y profundizó en la historia de las ‘Piedras del Coso’. "Un juicio sobre el asunto, celebrado en 1787, decretó en su sentencia que se colocase allí una inscripción: ‘Saxeus Hac Murus Veterisque Hic Terminus Urbis’ (Esta piedra del antiguo muro indica que aquí está el término de la ciudad)", relataba Tausiet.
Aparte de la carnicería abrió aquí, ya en el siglo XX, un quiosco de prensa, una peluquería y, ya peinando el nuevo milenio, Aduana, una tienda de prendas de piel. Hoy, el comercio sigue siendo uno de los puntos fuertes de la calle, con establecimientos que siguen abriendo la persiana desde hace casi un siglo, como la Antigua Casa Paricio, inaugurada en 1924. Durante décadas, esta tasca, una de las más antiguas de la ciudad, ha sido regentada por José Cabrera. Perduran todavía locales como La abacería, especializado en la venta de legumbres –su origen se remonta al año 1881– y Calzados Ricardo, zapatería fundada en 1925; y otros como Casa Amadeo, una pequeña librería a la que iban los niños del barrio a comprar tebeos, ya han desaparecido.
Las huellas del pasado se mezclan con las del presente camino del Coso bajo. La cocina viajera e internacional se degusta ahora en el restaurante Windsor, un local que antaño fue casa cuartel de la Guardia Civil de a caballo, y que antes que Windsor fue café de la Marianeta, Ideal y Romea. Hoy, en el Coso se encuentran establecimientos de todo tipo: una pulpería (O’cachelo), una tienda de productos ecológicos (Sin Huella) o bares como Policarpo y Colonial, entre otros negocios.
Entre los edificios que forman parte de su historia asoma la torre mudéjar de la iglesia de la Magdalena y el Real Seminario de San Carlos Borromeo, cuya iglesia fue construida sobre el solar de la antigua sinagoga en el siglo XVI. Menos visibles pero no menos importantes son los baños judíos que se encuentran en el sótano de los número 126-132. En el recuerdo quedan otros desaparecidos como la antigua Universidad de Zaragoza o la Puerta del Sol, derribada en 1868, en la confluencia de Echegaray y Caballero con el Coso. La Universidad fue volada por los franceses en 1809. En aquel desastre se perdió su biblioteca, destruida por completo. El centro universitario fue reconstruido aunque desapareció para siempre en 1973, tras hundirse su capilla. Estaba ubicada en el solar que hoy ocupa el IES Pedro de Luna.
ZARAGOZA Y SUS CALLES
Calle del Coso (I): la vía milenaria donde terminaba la ciudad
La del Coso es una de las vías más populares y queridas de la capital aragonesa. Su trazado está repleto de edificios emblemáticos y singulares episodios históricos
Por el corazón de la capital aragonesa discurre una vía bimilenaria que se cuenta entre las más populares de la ciudad: el ‘cursus’, cuyo trazado sigue el de la muralla de época romana. Son tantos los elementos arquitectónicos y las historias que alberga este eje urbano que esta vez el recorrido propuesto se divide en dos partes: la primera, con el tramo que comprende los números del 1 (palacio de los Luna) al 101 (emplazamiento conocido como ‘las Piedras del Coso’); y la segunda, desde este lugar hasta el río Ebro, aunque esta división no queda clara en relación a los tramos popularmente llamados Coso (o Coso Alto) y Coso Bajo.
"Así como en Huesca las denominaciones de Coso Alto y Bajo están muy claras y tienen carácter oficial, en Zaragoza nunca ha sido así, de modo que los adjetivos entran de lleno en el terreno de lo oficioso, con las consiguientes imprecisiones y libertades", explica Ramón Betrán, arquitecto municipal y director de Servicios de Planificación y Diseño Urbano. Los nomenclátor, crónicas y guías se han referido siempre al Coso, sin distinciones, y los zaragozanos "las ha utilizado a su manera –añade–. Al igual que en Huesca la divisoria está en los porches de Galicia y la calle de Villahermosa, la más unánimemente reconocida en Zaragoza está en Independencia y Mártires".
Sin embargo, en opinión de Betrán, "es más habitual oír la expresión Coso Bajo aplicada al tramo que va desde las Piedras del Coso y la calle de Espartero hasta el río que al tramo comprendido entre Independencia y Espartero".
Con mas de dos mil años, esta calle mantiene el pulso de la ciudad y concita un buen número de edificios y otros elementos catalogados, 47 nada menos, que dan testimonio de su pasado, su presente y su futuro. A comienzos del siglo XX, todavía presumía de ser la vía más larga de Zaragoza y a lo largo de diferentes épocas, ha sido calle de farmacias –con numerosas boticas–, periódicos –aquí tuvieron su sede el ‘Diario de Zaragoza’, ‘Diario de Avisos’, ‘El Noticiero’ y también HERALDO, en el número 86–, bancos (de Aragón, Zaragozano, de España, Santander, Bilbao...), hoteles (Oriente, Alfonso I...) cafeterías y restaurantes como el París, Habana, Las Vegas 2 o el Savoy, comercios (Bazar X, librería Universal, pastelería Zorraquino, la Droga Alfonso o la mercería Larraz), casinos, cines y teatros –casino de Zaragoza y Mercantil; el cine Coso, el Ena Victoria y el Principal–.
Todavía conserva palacios del siglo XVI como el de los Luna y el de Sástago, junto a otras construcciones más modernas que también forman parte de su historia, como la antigua sede de la compañía Adriática de Seguros (número 34), proyectada en 1948, que en su momento fue el edificio de pisos más alto de Zaragoza.
En el siglo XV esta vía ya era llamada Coso y en ella se abrían algunas de las principales puertas de la ciudad, como la Cineja, a la altura de la calle de los Mártires. "Frente a esta puerta es tradición que tuvo lugar el martirio de los Innumerables Mártires de Zaragoza y bajo ella pasaba la ‘vía sacra’, foso o cueva artificial destinada al enterramiento de los cadáveres. La primitiva puerta fue renovada en 1492 por Domingo Urola y subsistió hasta su demolición por los franceses en 1809", recoge la historiadora Ana María García Terrel en el libro ‘El Tubo y su entorno’.
Donde hoy se alza el palacio de la Diputación de Zaragoza estuvo el convento de San Francisco (s.XIII), arruinado durante la Guerra de la Independencia. A comienzos del siglo XV se construyó el hospital de Nuestra Señora de Gracia en el Coso, en el lugar que ahora ocupa el Banco de España, también destruido tras los Sitios. "Entre el convento de San Francisco, el hospital y la puerta Cineja quedaba una pequeña plaza, origen de la actual plaza de España. Su centro estaba ocupado por el humilladero de la Cruz del Coso", añade García Terrel.
La más céntrica
El primer número del Coso coincide con lo que se considera el centro de Zaragoza, pues la numeración de las calles de una ciudad suele iniciarse donde se establece el centro urbano: la plaza Mayor, el Ayuntamiento... En la capital aragonesa, ese punto no es la plaza de España y tampoco la del Pilar, sino el cruce de César Augusto, Coso y Conde de Aranda. En concreto, el Palacio de los Luna, actual sede del Tribunal Superior de Justicia de Aragón.
En el otro extremo, donde tuerce la vía, desde comienzos del siglo XIX, una inscripción colocada a la altura del número 101 recordaba que allí se acababa Zaragoza: "Esta piedra del antiguo muro indica que aquí está el término de la ciudad". En 2005, la placa desapareció del hueco que llevaba dos siglos ocupando.
ZARAGOZA Y SUS CALLES
La calle mayor de un barrio que creció a trompicones
María Zambrano articula el Actur (Actuación Urgente que no fue tal) como una vía de paso jalonada por torres, edificios de pisos con historia y centros comerciales.
La historia de la calle de María Zambrano es la de todo un barrio, el Actur, que atraviesa de punta a punta a lo largo de más de dos kilómetros en paralelo a su hermana gemela, Gómez de Avellaneda. De los planes urbanísticos de expansión de las ciudades españolas en el tardofranquismo nació uno de los distritos con mejor calidad de vida en la actualidad, no sin antes sufrir desesperantes retrasos en la ejecución de los viales o una lucha por mejorar sus servicios.
Todo comenzó en junio de 1970, cuando el entonces ministro de Vivienda, Vicente Mortés, firmó el decreto de Actuaciones Urbanísticas Urgentes (Actur). "Se pretendía racionalizar el problema del crecimiento de las ciudades, al crear unidades de habitación destinadas a usos residenciales –para muy distintos niveles de ingresos–, industriales y de equipamientos y servicios", recoge Isabel Yeste en ‘La ciudad de Zaragoza de 1908 a 2008’.
La capital aragonesa se sumó a este cometido como hicieron Madrid, Barcelona, Cádiz, Sevilla o Valencia, entre otras, con el objetivo de urbanizar el polígono Puente de Santiago y Rey Fernando, en la margen izquierda, pero también otros puntos de la ciudad, como Miraflores, Monsalud, Parque Hispanidad o Puerta Sancho. Entre todos sumaban la construcción de más de 50.000 viviendas, lo que pone de manifiesto el salto cuantitativo que abordaba el Consistorio zaragozano.
Sin embargo, "la lentitud en la gestión de estos planes, debido al contexto político de transición y socioeconómico de crisis de los años setenta retrasaron su ejecución hasta bien entrados los años ochenta, e incluso en algún caso hasta los noventa", explica el profesor de la Universidad de Zaragoza Rafael de Miguel en uno de sus estudios urbanísticos de la ciudad. Tanto se dilató que el acrónimo Actur terminó por quedarse para siempre.
Los pioneros de Kasan
Emblema de aquella lentitud fue el edificio Kasan, uno de los primeros en levantarse –en 1973– sobre el nuevo barrio. "Aquí no había más que acelgas y borrajas", recuerda José Redondo, presidente de la asociación de vecinos de esta comunidad que, con sus 636 pisos y más de 2.000 vecinos fue durante años un especie de pueblo de hormigón y doce alturas aislado del resto de la ciudad. "Venía un autobús para acercarnos al centro, y a comprar íbamos al Mercado Central", apunta.
Con el tiempo, fueron abriendo pequeños comercios en sus pasajes interiores y, sobre todo, "cuando abrió el Pryca (hoy Carrefour) hubo una gran expansión y llegaron muchos vecinos al barrio", explica Redondo.
Durante años, Kasan fue el único edificio en pie del nuevo distrito, y su lucha por impulsar el desarrollo del barrio y dotarlo de servicios públicos recuerda a empeños similares en la actualidad en los distritos del sur de la ciudad. Para hacerse una idea, el Ayuntamiento tardó una década solo en darle nombre a las calles del barrio. El pleno municipal acordó en diciembre de 1982 homenajear a María Zambrano con la avenida principal –todavía en vida (murió en 1991)– y a otros poetas, cineastas y pintores "excepto en una de ellas, que a solicitud de los vecinos que conforman la cooperativa de la misma denominación, se llamará de Pablo Iglesias", relataba la crónica de HERALDO de aquel día.
Hoy el barrio cuenta con 60.000 habitantes, zonas verdes, el recinto de Ranillas, el tranvía, la Escuela de Arte... "Aquí se vive de maravilla", defiende Emilio Rodríguez, presidente de la asociación de vecinos Actur-Rey Fernando. Recuerda cómo se luchó por que las parcelas entre Zambrano y Avellaneda se destinaran a equipamientos para el barrio, pero "al final se impuso la peseta" y se desarrollaron negocios privados. Reconoce que la calle es "de paso" ya que "hay poco escaparte", pero a cambio "tiene aceras muy anchas y buena limpieza".
ZARAGOZA Y SUS CALLES
Trenes y vino comparten historia en una vía con nombre aristócrata
Las luchas vecinales, con el eco de la heroína de los Sitios, aún resuenan a lo largo del kilómetro y medio de Duquesa Villahermosa, una arteria esencial en Las Delicias.
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Cinco de Marzo: una vía comercial y de lo más cinematográfica
La calle de Cinco de Marzo tuvo dos cines, varios cafés históricos y hasta una pista de hielo. Hoy, este céntrico tramo continúa albergando espacios sorprendentes.
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Delicias: una vía muy concurrida más allá del centro de la ciudad
La calle de Delicias aglutina, junto a la avenida de Madrid, la vida comercial de este homónimo barrio en el que habita casi el 16% de la población de Zaragoza
ZARAGOZA Y SUS CALLES
ZARAGOZA Y SUS CALLES
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ZARAGOZA Y SUS CALLES
De camino rural a eje de un barrio centenario
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Predicadores: una vía que albergó palacios, juzgados y hasta un ayuntamiento
La calle de Predicadores, en el corazón del Casco Histórico, es una de las principales arterias de Zaragoza. Fue y sigue siendo una de las más importantes de la ciudad.
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